porque tuve que dejarte
y para siempre extrañarte
pueblito donde nací
y aquel tiempo tan feliz
de aquella infancia lejana
me llega cada mañana
cuando me acuerdo de ti.
Desde niño siempre pensaba
que no te abandonaría
que jamás te cambiaría
por algo que yo no amaba
porque todo lo que estaba
en tus calles y en tu gente
era pasado y presente
del sueño que anhelaba.
Pero aquel día hoy lejano
que presente tengo aquí
cuando los labios oí
de mi padre la sentencia
que pocos días la ausencia
de aquellos campos que amaba
decía que se remataba
para cambiar de existencia.
Nada de aquello podía
desenredar mi conciencia
pese a mi corta experiencia
una pena me embragaba
y con lágrimas mojaba
aquel sueño adolescente
cambio que jamás mi mente
pudo dejar olvidada.
Diecisiete años de mi vida
quedaban desparramados
entre montes y alambrados
entre cielos y llanuras
y aquellas espinas duras
que se clavaron en mi alma
hoy en mí vejez la calma
me turban de igual manera.
Si cuando cierro los ojos
me parece que estoy viendo
como se van repartiendo
esas cosas que eran mías
cosas de valor tenían
y han de tener con los años
y por monedas de un extraño
las arranco de mí vida.
Así fue mi recado
y los caballos de andar
y el carruaje de pasear
y aquellos pingos de pecho
que sobre el barroso lecho
de aquel paisaje sereno
aún los veo pingos buenos
tranqueando el último trecho.
Como poder olvidarte
Escuela del campo El Toro
como olvidarme de todo
lo que en tus aulas aprendí
si toda la vida en ti
como en la valiente Nina
maestra de mi Argentina
recordándolos viví.
Si me parece estar viendo
las ruedas del sulki viejo
mezclarse con mis reflejos
en las distancias del tiempo
gambeteando en mis lamentos
del camino que deje
allá en Colonia Seré
mi pago de tanto tiempo.
Como no voy a sentirlo
si a mis amigos deje
con los que tanto jugué
en mi infancia de ilusión
al recordar la emoción
de tan emotivo encanto
siento que se escapa un llanto
que embraga mi corazón.
Si al mirar el horizonte
me parece estar volviendo
por esos campos corriendo
con esa postal tan bella
cruzar de nuevo la huella
como la primera vez
y al campo de los Andrés
llegar a jugar con ellos.
El Beto y el Luis, que amigos
de aquel tiempo inseparable
cazadores indomables
seguidores como fierro
siempre rodeados de perros
en aquel desierto mudo
en busca de algún peludo
que abandonara su encierro.
Si habremos corrido liebres
en aquellas correrías
siento de noche y de día
que nunca voy a olvidar
porque en mi alma han de andar
con vivencia constante
aquel sueño adolescente
que siempre he de recordar.
Y entre los tantos recuerdos
que cruzan por mi cabeza
lo encuentro al vasquito Equiza
otro vecino y amigo
empecinado como digo
y agradecido por todo
discutidor como el solo
pero en el fondo un amigo.
Tuve un amigo mayor
como siempre lo repito
era ese leal infinito
que uno pretende imitar
muy guapo por trabajar
servicial y compañero
muy difícil de igualar.
Por eso amigo Criado
hoy como ayer mis respetos
altos en mi sus conceptos
viven con savia expresión
guardando con emoción
lo que he aprendido de usted
lo llevo prendido aquí
muy cerca del corazón.
Siento pocas mis palabras
para contar mis recuerdos
y en la distancia me pierdo
por el peso de los años
y aunque a veces me pongo empeño
por no recordarte tanto
siento que en aquellos campos
están enterrados mis sueños.
Muchos serán paisanos
que llevan mi mismo empeño
y acunan mis mismos sueños
tal vez en distinta escena
pero arrastran una pena
con signos de rebeldía
turbando su eterna vida
por decisiones ajenas.
Y aunque siento que la vida
se llevo mi mejor parte
jamás podrán arrancarte
de mi corazón sufrido
y si en el tiempo has vivido
fue porque distes a mi alma
al recordarte una calma
que nunca pudo el olvido.
Y aunque me encuentre muy lejos
a la distancia me arrojo
solo con cerrar los ojos
me veo en la escuela entrando
y estar de nuevo jugando
con esos amigos niños
que así contando cariño
hoy los estoy recordando.
Y se que todos aquellos
que un día me conocieron
que ese sentir entendieron
en el campo de mi pecho
han de tener derecho
como el sagrado deber
de que en Colonia Seré
encuentre mi último lecho.
Héctor Pascual-
Mar del Plata
Mar del Plata